Espacio de divulgación académico-científica en el área de Educación Superior dirigido por Dr. Fernando Pablo Nápoli
Estábamos casi en el final de la clase, recapitulando los conceptos y teorías trabajados, entorno al devenir de de los procesos que vertebraron los movimientos políticos en la sociedad argentina durante el siglo XX. Era una clase introductoria para desagregar conceptos ejes, claves de comprensión, categorías básicas, para mirar la realidad desde dimensiones multifocales.
Con una actitud muy respetuosa y hasta con la frescura íntima de un ser que ha vivido, apenas 18 años en un mundo retorcidamente complejo, surge una pregunta que me descoloca soberanamente:
«Doctor, disculpe (con una voz bien leve), no me queda claro, ¿qué es la sociedad?»
Descolocado frente a la pregunta hecha por un estudiante universitario, hice una pausa lo suficientemente ligera para procesar mi asombro, frente a lo que se nos presenta como el continente de lo cotidiano. Conteste desde el manual (que por cierto no se ahora si fue exitosa dicha empresa), haciendo una rapidísima recorrida por conceptos, definiciones y hasta cuasi teorías desde los postulados de las diversas corrientes de la sociología.
Pasadas las horas y disfrutando en la soledad de entrada la noche, retorne a pensar, no ya en la pregunta de contenido, sino en algo de mayor aliento:
Ese joven atravesó casi toda la estructura del sistema educativo formal, sale al mundo cada día e interactúa con los demás, desde diversas intensidades, percibe roles, status, tensiones, conflictos, lo guían normas, usos, costumbres, le impacta una matriz cultural con características específicas, se desplaza entre múltiples objetos tecnológicos que lo mediatizan, pero no le queda claro que es todo esto y quiere comprender, quiere sentirse en posición de esclarecerse a sí mismo un contexto en el que vive.
Celebro la valentía de ese joven.
Comentando esta situación con otros colegas, lo sentenciaron al alumno, desde el hecho acontecido, al fracaso intelectual más absoluto.
Por mi parte, (luego del impacto inicial de la pregunta), no solo celebro la valentía de la pregunta en un aula universitaria, sino que además termine movilizado y fuertemente complacido, de saber que ese joven, es primera generación de universitarios en toda su historia familiar, el primero en poder acceder a la vida universitaria.
Celebremos una vez más la academia.