Espacio de divulgación académico-científica en el área de Educación Superior dirigido por Dr. Fernando Pablo Nápoli
Hoy se cumplen 32 años del desembarco en nuestras Islas Malvinas, situación que me toca íntimamente, fui incorporado como infante de marina el 1 de abril de 1982 en el distrito militar de la Ciudad de La Plata. Esa misma tarde nos subieron a un tren en la estación de 1 y 44, nos cerraron todas las ventanas y no sabíamos nuestro destino. Con el amanecer llegamos a la base naval de puerto Belgrano, era el 2 de abril, allí nos dieron un discurso espantoso sobre el valor patriótico y que la dictadura militar había concretado el desembarco en las Islas. Yo tenía 18 años y el estado genocida me enviaba a instruirme para la guerra, como el último manotazo de ahogado de un régimen cazador de jóvenes y corrupto en cada una de sus dimensiones constitutivas.
No quiero narrar mi experiencia en el marco del conflicto con la nación inglesa, solo recordar a los jóvenes caídos y a todos aquellos que sufrieron esa guerra en cualquiera de sus formas, más o menos aberrantes, pero finalmente como un estadio que destroza la condición humana.
Hoy a 32 años de ese día que me marco profundamente en la desesperación que sentí en ese tren hacia la muerte, repito mi más profundo homenaje a los colegas que hoy no están, y mañana por la tarde en mi clase de la universidad, reflexionaré con los jóvenes sobre el valor que tiene la paz como medio para alcanzar la integralidad humana, sin por ello dejar de fustigar fuertemente al violador de todos los derechos humanos que fue y es el imperialismo inglés, en forma planetaria, a lo largo de la modernidad y contemporaneidad. Educar para la paz en la universidad, no implica resignar derechos soberanos, implica saber que la injusticia imperial, nunca será parte del proceso de generar profesionales universitarios con una mirada crítica de la realidad.
Vaya mi homenaje a los jóvenes como constructores de un mundo más humano.